De la misma manera que usted entrega a los demás una percepción sobre su forma de ser, de acuerdo con sus gustos para vestir y los modales que demuestra –entre otras de sus mejores y peores características– la empresa que usted dirige o a la que representa causará una impresión a sus clientes o socios directamente asociada a determinados valores, como son credibilidad, puntualidad, calidad, velocidad, seriedad, preocupación por el medio ambiente, etc. Esto último es lo que llamamos imagen corporativa de una empresa.
Últimamente y con cierta frecuencia hemos podido comprobar que no pocos (sino más bien muchos) empresarios y/o emprendedores, pese a estar bien preparados en el business, en el e–commerce, entre otras tendencias que los pone al día para su desempeño empresarial, no logran dar buena imagen.“
Hasta cierto punto, comprendemos que grandes ejecutivos con MBA tengan esta débil actuación, puesto que no se puede saber todo en la vida. Sin embargo, nuestra preocupación va por los profesionales supuestamente especializados en la comunicación estratégica de las empresas, quienes toman el trabajo de asesores o consultores pero pueden llevar al desvío a una empresa.