Es gigantesca la información que ofrece la red de redes, es decir Internet. En el año 2013 se tenían algunos cálculos, los cuales de seguro hoy en día se han triplicado o hasta quintuplicado. En ese entonces se decía: cada minuto se producen 2 millones de búsquedas en Google, 72 horas de video son subidas a YouTube, 42 mil posts se publican en la blogósfera, Amazon vende $83 mil dólares en productos, mientras 204 millones de correos electrónicos son enviados y 1.8 millones de Likes son otorgados en Facebook.
Es tal la maraña de información, flyers, post, blogs, videos, transmisiones en vivo, etc. que la gente no pierde el tiempo viendo cosas que no llegan a gustarle, que no van con sus intereses, que no refuerza lo que piensa, en buena cuenta que no coinciden con sus paradigmas.
Por eso, los comunicadores tenemos que esforzarnos por conocer a nuestro público antes de todo y luego elaborar el mensaje que realmente esperan y necesitan. Solo así lograremos su atención y engancharlos.
De ahi que un producto de comunicaciones exija mucha expertise, conocimiento, estrategia, arte y por tanto es un producto por el que se tiene que pagar el precio que vale. No es cuestión de simple aficionado.